Año 2017.
Me hallaba peleado con el karate y con el mundo en general. Había perdido el norte, el sur, el este y el otro.
Un día sonó el teléfono:
“Hola Ángel, me llamo Miguel. Me han dado tu contacto y quiero que me entrenes para competir.”
Le respondí: “Pero si yo no estoy dando clases actualmente.”
“Da igual, quiero que me entrenes tú”, insistió.
“¿Dónde?”
“Me da igual, aunque sea en el parque.”
Me insistió tanto que hasta me pareció buena idea. Así que decidí buscar un gimnasio donde volver a impartir clases y, sin saberlo, iniciar de nuevo mi camino desde cero.
El regreso al tatami
Una tarde, charlando con unos amigos, dije casi sin pensarlo:
“Estoy pensando en volver a dar clases de karate.”
Mi amigo Luis respondió enseguida:
“Si das clase, yo me apunto. Siempre he querido hacer karate, pero nunca tuve la oportunidad.”
Y mi mujer, Lorena, añadió con una sonrisa:
“Pues yo también me apunto.”
Hoy, ambos ostentan el primer dan de karate, y verlos crecer en el karate ha sido una de las grandes satisfacciones de este camino.
Así empezó todo otra vez. Tras buscar varios lugares, hablé con mi amigo Lolo Gallardo del Takeshi Dojo, y comencé a impartir clase allí los martes y jueves a última hora.
Miguel —quien me impulsó a dar el paso— vino, aunque poco tiempo, por problemas de espalda. Pero la semilla ya estaba plantada. Solo quedaba tener paciencia para recoger los frutos.
Los primeros pasos
Poco a poco fueron apareciendo amigos y antiguos alumnos como José María Romero (que en paz descanse), Servando Luis Padilla, Alfonso Herrero y Javier Huertas. La clase fue tomando color, y el tatami volvió a llenarse de energía, ilusión y espíritu de superación.
Después llegó la pandemia, y con las restricciones no podíamos entrenar en el gimnasio. Nos reinventamos con clases online, y más tarde busqué nuevos espacios donde seguir creciendo.
Pasamos por el gimnasio Ángel López, después por el Takai, y también por algún otro lugar que me enseñó qué caminos no debía tomar.
Nuevas etapas y reencuentros
Más adelante, ya después de la pandemia, estuve dando clases en el gimnasio ESC Las Rozas, donde conseguí reunir un grupo de personas extraordinarias.
No era un grupo muy numeroso, pero sí de grandes valores, y muchas de esas personas siguen siendo hoy alumnos del club.
En esta etapa también volvió a cruzarse en mi camino Manuel Expósito, un alumno muy especial que empezó conmigo en 1988.
Durante años compartimos muchas experiencias en el tatami, hasta que la vida nos separó… pero afortunadamente, el karate nos volvió a unir.
Hoy seguimos entrenando juntos, como si el tiempo no hubiera pasado.
La consagración del Club Deportivo Elemental Ángel Ramiro
Finalmente, encontré un espacio amplio, con instalaciones de primer nivel y la libertad de trabajar para mí mismo.
En enero de 2024 comenzamos con 30 alumnos; unos 40 más o menos se quedaron en el camino, pero el espíritu del karate siguió intacto.
Con el tiempo, algunos chicos que empezaron siendo pequeños fueron madurando y progresando, y también se unieron nuevos compañeros que aportaron calidad, experiencia y energía positiva al grupo.
Todo ello ha hecho que el ambiente de entrenamiento sea cada vez mejor y que el Club Deportivo Elemental Ángel Ramiro se consolide siguiendo la línea de mi maestro José María Martín, fiel al karate tradicional y de competición, donde la exigencia técnica, física y el espíritu marcial van siempre de la mano.
Un presente lleno de energía
Hoy, un año y medio después, el club cuenta con 200 licencias federadas y sigue creciendo día a día, semana a semana, mes a mes.
Es un orgullo enorme ver cómo el trabajo constante da sus frutos: en la competición, en los ascensos de grado y, sobre todo, en cada alumno que se supera dentro y fuera del tatami.
Gracias a todos los que estáis, y también a los que estuvisteis.
El karate nos une, nos forma y nos impulsa a seguir creciendo.
Clases de karate en Madrid
El Club Deportivo Elemental Ángel Ramiro imparte clases de karate para niños, jóvenes y adultos en el Polideportivo Los Caprichos (Madrid).
Nuestro enfoque combina el karate tradicional con el karate de competición, formando alumnos con disciplina, respeto y pasión por mejorar día a día.